Oh, y tú preguntas que deseo... Deseo muchas cosas... Dinero, fama, poder... Mujeres... Pero, ¡qué cosa digo! Si tengo a una hermosa mujer alfrente mío -se ríe un poco y se acerca a ella todo galante mientras se acerca a la griega de belleza suprema, pero cuidado con lo piensa, no quería terminar como aquella princesa griega que la mujer le contó. No se podía comparar la belleza de una mujer mortal con la de una diosa, pero a él esa regla no le importa, la mujer que tenía alfrente era más bella que la propia Venus, Minerva, Diana, Gea e incluso de la misma reina de los dioses Juno...- Perdón... He de corregir que tengo a la mujer más, pero que más hermosa en todo este mundo y en lo que tú y tu gente llaman Olimpo... -y nuevamente esa sonrisa de galante pendejo enamorado-